El viento aúlla de terror
mientras en el horizonte aparece la amenaza.
Ellos vienen a matarnos,
a destruir a nuestra gente.
La multitud de guerreros que me acompaña
están llenos de furia.
Avanzamos en una carrera
hasta chocar con nuestro destino.
El cielo enrojece en el valle
y la niebla tiene un sabor a sangre.
Huesos y músculos destrozados
caen sobre la hierba.
Nada puede detener mi masacre
sólo una orden de mi señor, el Inca.
Yo no vengo de otro lado,
surgí de estas piedras.
Y cuando muera, volveré a la tierra
donde hoy cayeron mis enemigos.
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