
Rosa necesitaba el dinero que escaseaba en su hogar. A veces no comían mas que un poco de pan. Estaba tan flaca como una de esas modelos de las revistas europeas. Era un palo. Aun así, iba al colegio, donde se olvidaba de los problemas de su casa gracias a su amiga Teresa, quien quería ser estrella de la televisión local y tenía planes para hacerse famosa y ademas información enciclopédica de los galanes de todas las telenovelas. Sin duda el colegio era muy entretenido. Por otro lado, un chiquillo de otra sección la afanaba. Un trinchudo que se abría la camisa cuando iba a hablarle. Borrosas ilusiones empezaban a gestarse en su mente de niña adolescente. A la hora de volver a casa, cruzaba el arenal y sus negros zapatos se llenaban de polvo. Por allí una vecina tenía un improvisado negocio de venta de artículos usados, cerca de un mercado. Entre los objetos Rosa vio un afiche donde salía un chico de pelos parados con una botella de alcohol en la mano. Quedó fascinada con la imagen del chico que le recordaba a su compañero de clases de quien estaba enamorada. Preguntó por el precio del póster sin querer, sabiendo que nunca tendría el dinero. Ya en su hogar, mientras se quitaba con mucho cuidado su único vestido decente: su uniforme escolar, ignorante de los beneficios que da el dinero, le parecía raro ansiar el póster. No, tenía que conseguir el dinero para poder adorar la imagen de ese artista desconocido. Al día siguiente preguntó a la vendedora si no quería que le ayudara a vender. En lugar de eso, la vendedora la llevó a la cantina de su tío, donde trabajaba en las noches y éste admitió a Rosa. Su amiga Teresa sería famosa y se codearía con la gente pituca de Lima, pero ella... Las noches eran horribles con los borrachos hediondos tratando de abordarla. Rosa se incomodaba mucho, pero necesitaba el dinero. A veces no faltaba un borracho que se propasaba, entonces reclamaba pero luego el dueño la apaciguaba. Ella se iba a llorar furiosa al baño. La vendedora y su tío le preguntaron por que quería trabajar. "Al principio queria solo comprar el poster pero al llegar a casa y ver que no había que comer..." le daba todo el dinero a su madre. El dueño se conmovió, en su antro una niña como ella acabaría mal. Al día siguiente la vendedora le regaló el poster. Rosa había cumplido ese mismo día dieciséis años.